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"Sentí que la música me llenaba como nada lo había hecho en la vida. escribir sobre música está dando muchos mejores frutos a día de hoy y me tiene francamente entusiasmado"

Entrevistamos a Juanjo Frontera, quien además de ser padre, es músico, compositor y cumple una labor fundamental en tiempos tan complicados como estos, comunicar acerca de música y salvar del olvido a tantos grandes que poco a poco han sido dejados de lado.  

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Para una entrevista con Verlanga señalaste: “Desde que tuve un instrumento en mis manos tuve la necesidad de tocar y componer música. Todo lo he aprendido, mal que bien, de oído y con la práctica”. Aparte de esto, hablaste de las bandas a las que diste vida y también aquellas de las que formaste parte, sin embargo, ahora estás dedicado casi en su totalidad al periodismo musical desarrollando contenido para diferentes revistas. ¿Cómo fue decidir pasar de una faceta a la otra? ¿Cómo crees que esa primera etapa de músico ha ayudado a tu desarrollo como periodista musical?

 Tocar música ha sido siempre una necesidad para mí. Surge un poco de poner en práctica todo lo que aprendo escuchando y leyendo. De alguna forma, todo eso me inspira y hay algo en mi interior que me fuerza a coger la guitarra y componer algo mío, que sintetice todo lo que he estado absorbiendo. Lo malo es que ese es sólo uno de mis intereses. También me gusta mucho leer, ver cine, dibujar, escribir, y sobre todo, por encima de todo lo demás, comunicar. La necesidad de comunicar es quizá la mayor de todas las que siento en esta vida. Desde pequeño, quise ser periodista, el problema es que al final se impuso la tradición familiar y acabé siendo otra cosa, que digamos que era un medio de vida más seguro. Pero esa idea permaneció en mí, llegando incluso a ser una fuente de frustración. Una vez tuve la vida bien asentada y asegurada, al margen de mis obligaciones familiares (tengo mujer e hija), a las que por otro lado me encanta atender, me puse a emplear mi tiempo a fondo en cumplir todos aquellos sueños que estudios, oposiciones, etc, me habían obligado a aparcar. Así, formé varios grupos, hice discos en solitario, toqué mucho y música muy variada, pero en un momento dado me cansé de lidiar con la gestión que tocar tu propia música y autoeditarla conlleva, lo cual coincidió con la oportunidad de colaborar en algunas publicaciones musicales. De repente sentí que eso me llenaba como nada lo había hecho en la vida y comenzó a absorber mi tiempo de una forma que hizo necesario aparcar la faceta músico para atender por completo la de escribir sobre música, que la verdad sea dicha, está dando muchos mejores frutos a día de hoy y me tiene francamente entusiasmado. Y en respuesta a la segunda de tus preguntas, sí, considero que haber sido músico es un aliciente muy importante para poder hablar de música con propiedad. Entiendes las cosas de una forma mucho más poliédrica, tienes una visión de conjunto que no es fácil de obtener cuando uno es un mero oyente. Y lo que es más importante: te pones en la piel del músico del que hablas en cada momento.

Para Alquimia Sonora redactaste una entrada titulada “Hola, me llamo Juanjo y soy yonqui (del vinilo)” donde haces un repaso sobre tu amor infinito por este formato de reproducción musical, pasando por artistas como Dylan, The Beatles, Nick Lowe, etc. y, hablas también, de algunos libros como el texto de Byrne donde se hace énfasis en la diferencia entre los formatos análogos y los digitales. ¿Por qué prefieres el formato clásico, añejo, como lo es el disco de vinilo por sobre los cd’s o quizá las plataformas digitales? Aunque esto vaya a ser un poco difícil, ¿podrías mencionar los nombres de algunos de tus long-play más queridos y con qué recuerdos los asocias?

 

Antes que nada, me gustaría aclarar que sí, que prefiero el vinilo por una cuestión básicamente romántica, física y también de sonido, pero no soy un radical del tema. Me encanta el tacto de las ediciones americanas en cartón de los sesenta y setenta, necesito la ceremonia de sacar el disco de su funda, depositarlo en el plato, poner la aguja sobre él… y por supuesto me gusta el sonido cálido que desprende, pero nunca he dejado de comprar cd y tengo cuenta en una plataforma de . Es sólo que soy un enfermo de lo que concierne a buscar, localizar y comprar los discos que me interesan en vinilo, pero incluso puede darse el caso de que algunas veces escuche esos mismos discos en o cd.

 

Respecto a los vinilos más queridos, por simplificar te hablaré del primero y del último: el primero fue “Stupidity”, de Dr. Feelgood, que era un disco que tenía mi hermana -11 años mayor que yo- entre su colección cuando yo era pequeño y me abrió al mundo del rock and roll. Se lo “robé” y aún hoy conservo la copia, algo perjudicada por su uso, pero sonando igual de potente. ¡Menuda banda! Cuánto aprendí yo escuchando eso...

 

El último fue uno de esos discos que le encuentran a uno, aunque no lo creáis. NRBQ es una banda americana que me encanta y que no es demasiado conocida, pese a que es espectacularmente buena. Además, en uno de sus discos está “Riding in my car”, que es una de las canciones más especiales que tenemos en común mi mujer y yo. Por eso era importante para mi encontrar “All hopped up”, que así se llama, en vinilo original americano, como debe ser. Pues bien, el otro día, al salir de la peluquería (sí, yo aún voy a esos sitios) pasé por una tienda que jamás habría explorado, porque se dedica sobre todo a música dance y, mira por dónde, me dio por entrar y curiosear. Mirando en la sección ochentas ¡zas! Ahí estaba, tras tanto buscarlo por internet de manera compulsiva e infructuosa, a un precio casi de risa y en perfecto estado. Os aseguro que la sensación de felicidad que me invadió no la puedo describir con palabras. ¡Fue casi una experiencia religiosa!

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Se ha hecho una realidad el poder encontrar todas tus apreciaciones, comentarios e investigaciones sobre grandes artistas de la talla de Prince o Hendrix es revistas, espacios como Muzikalia, Ruta 66 o Alquimia Sonora, ¿Cómo se presentó la oportunidad de colaborar con cada una de estas importantísimas e indispensables revistas musicales? ¿Cómo te sientes luego de haber publicado tantas entradas? ¿La sensación sigue siendo igual de enriquecedora como la primera vez?

 

A Alquimia Sonora debo agradecer (profundamente) la primera oportunidad de aprendizaje en este mundo. Conocía, desde mi faceta de músico, a la gente que llevaba la sección valenciana –Amalia Yusta, Susana Godoy, María Carbonell, amigas todas muy muy queridas hoy en día- y en un momento dado se me ocurrió proponerles mi colaboración, en principio con una sección propia que se llamó (y se llama) Del Pop y que pronto ampliamos con reseñas de conciertos, entrevistas, discos, que me hicieron crecer y aprender un montón de cosas.

 

 

En Muzikalia entré a propuesta de mi admirado Fidel Oltra, que también ha sido un poco el instigador de haya entrado en contacto con Ruta 66. Entrar en Muzikalia fue otro nivel de aprendizaje, porque la web está muy bien organizada entre Fidel y el director, Manuel Pinazo y de nuevo crecí, con lo que reuní la fuerza necesaria para presentar mi propuesta a la revista que he leído desde que era adolescente. Mi sueño dorado, más allá incluso que los que conciernen a mi faceta de músico, era escribir en esta revista junto a la persona que más admiro en el mundo del periodismo musical, Ignacio Juliá. ¡Y ahora resulta que me escribo correos con él! La verdad es que sólo han aparecido colaboraciones mías en dos números, con lo que aún es prematuro definirme como colaborador fijo, pero desde luego, ver un artículo mío de cuatro páginas en la revista de este último mes ha sido una de las cosas más emocionantes que me han ocurrido en mi vida. Ya me puedo morir.

La escena musical, literaria (en general cultural) española ha crecido muchísimo en los últimos años y tenemos a muchos artistas que se desenvuelven en ambas áreas como Marwan, Luis Ramiro o Rayden, solo por citar algunos ejemplos, quienes además de destacar en sus géneros, son poetas bastante comprometidos y con una aceptación, incluso internacional, considerable. En base a esto ¿Qué opinión te merece ese vínculo tan fuerte y rico que ha existido desde siempre entre la música y literatura, ese mismo que hace que cantantes pasen de la guitarra a la pluma y viceversa y lleven sus rimas y estilo tan personal a otros espacios y los vuelven tan íntimos, pero a la vez interdisciplinarios?

 

Yo creo que todo tiene que ver con el impulso creativo. Todo es arte. Todo es, en definitiva, comunicación. En ese sentido, igual da que cojas una guitarra para decir lo que tienes que decir o directamente, escribas en un ordenador. Son lenguajes diferentes, pero lo realmente trascendente es que el mensaje que quieres transmitir se reciba adecuadamente. El que un cantautor como Marwan ejerza también de poeta no es insólito ni sorprendente, así lo han hecho, mucho antes Dylan o Leonard Cohen. La poesía es inherente al pop, de una forma más simple o más compleja, pero la lírica siempre está ahí. Otra cosa es que, dependiendo de la ocasión, prefieras defender tu mensaje con uno u otro lenguaje. Por eso todo depende del impulso creativo, en mi opinión.

Hay muchos libros que han servido para aproximarnos a diferentes artistas que hoy son leyendas o a géneros que son vitales para la historia de la música como el rock o el jazz. Así tenemos textos como “Amy Winehouse: Stronger than her” de Susana Monteagudo (2018), “Lou Reed: una vida” de Anthony DeCurtis (2017) o “Historia del rock: la música que cambió el mundo” de Jordi Sierra I Fabra (2016). ¿Qué otros textos recomendarías para acercarnos al contexto en el que se desarrollaron géneros sin los cuales la industria no sería lo que es hoy y a figuras que hoy son imprescindibles para la historia de la música y de la cultura popular?

 

El que probablemente sea mi libro favorito de todos los tiempos en lo relativo a música es “Yeah! Yeah! Yeah!, la historia del pop moderno”, de Bob Stanley (integrante de la banda Saint Etienne, otro músico metido a plumilla), que me parece el tratado más brillante que he leído jamás sobre toda la música que me gusta, una maravilla que además huye de tópicos y es extraordinariamente amena. Otros bastante interesantes son “Nuestro grupo podría ser tu vida”, de Michael Azerrad, “Romper todo y empezar de nuevo”, de Simon Reynolds o “Lost in music, una odisea pop”, de Giles Smith, un libro absolutamente encantador.

Hay muchos libros que han servido para aproximarnos a diferentes artistas que hoy son leyendas o a géneros que son vitales para la historia de la música como el rock o el jazz. Así tenemos textos como “Amy Winehouse: Stronger than her” de Susana Monteagudo (2018), “Lou Reed: una vida” de Anthony DeCurtis (2017) o “Historia del rock: la música que cambió el mundo” de Jordi Sierra I Fabra (2016). ¿Qué otros textos recomendarías para acercarnos al contexto en el que se desarrollaron géneros sin los cuales la industria no sería lo que es hoy y a figuras que hoy son imprescindibles para la historia de la música y de la cultura popular?

 

El que probablemente sea mi libro favorito de todos los tiempos en lo relativo a música es “Yeah! Yeah! Yeah!, la historia del pop moderno”, de Bob Stanley (integrante de la banda Saint Etienne, otro músico metido a plumilla), que me parece el tratado más brillante que he leído jamás sobre toda la música que me gusta, una maravilla que además huye de tópicos y es extraordinariamente amena. Otros bastante interesantes son “Nuestro grupo podría ser tu vida”, de Michael Azerrad, “Romper todo y empezar de nuevo”, de Simon Reynolds o “Lost in music, una odisea pop”, de Giles Smith, un libro absolutamente encantador.

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Hay mujeres importantísimas, actualmente, dentro del panorama iberoamericano como Zahara o Rozalén, quienes se han ganado un lugar en base a mucho esfuerzo, letras bastante poéticas y reivindicativas, incluso colaborando con artistas o bandas ya reconocidos con anterioridad como Love of Lesbian, Quique González o Kevin Johansen.¿Cuán importante crees que es ahora el papel de las mujeres dentro de la música en español en la amplia gama de géneros a los que tenemos acceso? ¿Crees que aún queda un largo camino para ellas y las que vendrán por obtener un reconocimiento igual o mayor al que suelen conseguir con mayor facilidad los intérpretes masculinos?

 

Creo que, no sólo en España o Latinoamérica, sino en el mundo entero, el futuro tiene forma de mujer, tanto en términos musicales, como culturales y por supuesto, también sociales. En lo que nos concierne, que es la música, y en la música hecha en castellano, quizá no hayamos avanzado tanto en nuestro país como en otros. Y no es que falten artistas, pero curiosamente la gran mayoría de las que se me ocurren (Maika Makowski, Nuria Graham, Hinds, Joana Serrat…) cantan en inglés o en catalán. No obstante, hay gente como Lorena Alvarez, La Bien Querida, Soleá Morente o incluso Rosalía, que están poniendo el listón bien alto. Por no entrar en el mundo del hip-hop o el trap en el que también suceden cosas muy interesantes en manos de mujeres. Creo que aún queda largo camino por recorrer en todo, pero la visibilidad de la mujer como creadora llena de poder y claro motor cultural con una visión propia y necesaria de las cosas va a imperar cada vez más en nuestros horizontes, lo cual, si no pasa nada y así termina siendo, me llenará de felicidad. Mi hija vivirá en un mundo mejor, pandemias aparte.

 

Hace un tiempo escribiste una entrada para Alquimia Sonora llamada “1980: 20 discos imprescindibles que cumplen 40 años”, profundizando en artistas y bandas diversas como Motorhead, Diana Ross, The Police, Elvis Costello o Bruce Springsteen & The E Street Band, demostrando así lo diverso y la pluralidad de las voces que caracterizó la época, pero como sabemos 20 discos podría ser poco para la que fue una de las épocas más prolíficas de la música. ¿A qué otros artistas y bandas incluirías si te diéramos la opción de ampliar la lista con un par de entradas más?

 

Ufff, difícil elección, siempre que uno confecciona listas así se quedan cosas fuera. Pero bueno, creo recordar que me fastidió bastante tener que quedarme sin meter el “Crazy Rhythms” de The Feelies, “Black sea”, de XTC, “The correct use of soap”, de Magazine o “Argybargy”, de Squeeze. Como curiosidad, apuntar que hice lo mismo, también en Alquimia sonora, con los mejores discos de 1968 y 1979. Os invito a sumergiros también en ellos.

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El jazz, blues y soul son géneros importantísimos, sin los que, sin lugar a dudas, el rock no sería lo que es ahora. Hay figuras que han ganado un lugar privilegiado por los indiscutibles aportes que han hecho a la música ya sea como cantantes, compositores o productores, así tenemos a Sarah Vaughan, Cole Porter, Robert Jhonson o Phil Spector. ¿Qué otros personajes consideras de vital importancia para el desarrollo de géneros tan fulgurantes como estos y que nuevas figuras podrías destacar dentro de los mismos que recientemente hayas oído?

 

Bueno, podríamos estar hablando varios días enteros, pero sintetizando, te diré que me resulta impensable hablar de jazz sin mencionar a tótems como Miles Davis o John Coltrane, en cuanto a blues es imprescindible referirse a Muddy Waters, rey del sonido eléctrico de Chicago, o a Lightnin’ Hopkins, en una vertiente más folk y en cuanto a soul me resulta muy difícil simplificar, pero entiendo que Ray Charles, Sam Cooke, James Brown, Curtis Mayfield, Stevie Wonder, Marvin Gaye, Aretha Franklin o Etta James son nombres esenciales para la construcción del género. Y también otros géneros, incluso. Lo malo de la música afroamericana es que ha sido terriblemente ignorada por el gran público, siendo completamente vertebral para la evolución de toda la música moderna, y sólo se conoce la superficie a través de nombres arquetípicos que fueron importantes, pero no los únicos. Estoy convencido de que hay gente joven que piensa que Amy Winehouse inventó el soul y me parece una auténtica pena. Ella fue importante, pero me parece que su figura pública ha hecho engordar su calidad artística a ojos de la gente. Encuentro mucho más importante, por ejemplo a Erykah Badu que a ella a esos efectos, o a Sharon Jones y últimamente hay cosas muy interesantes como Lizzo, Janelle Monae, Black Pumas, Sault… En el mundo del jazz también se están produciendo grandes cambios últimamente y en Inglaterra están sonando cosas tan interesantes como The Comet Is Coming, que aportan frescura, al igual que lo hace Kamasi Washington en USA. Respecto a blues, últimamente es probablemente el género que más escucho, pero me quedo mucho en los clásicos. No encuentro mucho donde rascar en el blues que se hace ahora, la verdad, creo que es un género muy trillado y lo que aparece nuevo suele ser quizá excesivamente respetuoso con el pasado, sin demasiada excitación, no obstante, últimamente sí que me han gustado los nuevos discos de Robert Cray (“That’s what I’ve Heard”) y de Elvin Bishop & Charlie Mussellwhite (“100 years of blues”), que no dejan de ser revisiones de lo mismo a cargo de gente ya crecidita, pero están muy bien. Quizá en este género falta un ánimo de acudir a él con fuerza renovadora, pero ya le tocará el turno. Todo vuelve.

Sarah "Misty" Vaughan

Ray Charles

La nostalgia, el amor que nos dejó y la desesperanza son temas recurrentes en la música y hay grandes obras de arte que hacen apología al dolor y la pérdida. Así tenemos temas como “Chelsea Hotel” de Leonard Cohen, “Into my arms” de Nick Cave, “I hope that I don’t fall in love with you” de Tom Waits, “Back to black” de Amy Winehouse, “I shall be released” de Nina Simone (originalmente compuesta por Bob Dylan) o “Pale blue eyes” de The Velvet Underground ¿Qué emociones o sensaciones recurrentes experimentas al oír canciones como estas o aquellas que consideres entran dentro de la misma atmósfera nostálgica y muchas veces agónica que estos temas han creado con el pasar de los años?

 

Las emociones fuertes, desgarradoras, como las que causa el desamor, son caldo de cultivo recurrente de innumerables canciones. Es difícil, no obstante, dar en el clavo, precisamente por lo trillado de esa fuente creativa. Realmente difícil decir algo que no se haya dicho ya. Obviamente, todos los que citas como ejemplo son enormes referentes respecto a los que no cabe duda alguna, pero es fácil también caer en la sensiblería barata, lo que se denomina “canción romántica” y ahí la verdad es que yo “me apeo”. Me gusta ese tipo de canción cuando realmente el que la hace pone las tripas, se desnuda en público y expone sus sentimientos de forma transparente. Es un ejercicio de valentía digno del mayor aplauso. Además, te diré que últimamente estoy estudiando mucho el tema de los discos de divorcio, separación y ruptura, todo un universo que me parece fascinante, con obras maestras como “Blood on the tracks”, de Dylan, “Shoot out the lights”, de Richard & Linda Thompson o “Here, my dear”, de Marvin Gaye. Elaborar toda una obra de arte entorno a una relación acabada puede ser un ejercicio de catarsis, expiación o venganza que francamente, me resulta deslumbrante.

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Sixto "Sugar Man" Rodríguez

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John Lennon 

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Carole King

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Héroes del Silencio 

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Silvio Rodríguez

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The Trammps

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The Supremes

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Hemos seleccionado ocho diferentes y bastante significativos datos musicales (nombres de bandas, artistas, partes de canciones, etc.) y nos gustaría que nos dijeras el primer recuerdo o idea que asocias al oír o leerlos:

 

  • “Sugar Man” por Sixto Rodríguez

 

Básicamente, me recuerda a cuando vi el documental. Me dejó fascinado y prácticamente corrí a la tienda de discos a comprar el cd con el primer disco de Rodríguez, que a raíz del film se reeditó. Gran disco y emotiva película, aunque digan por ahí que no todo lo que cuenta es del todo cierto.

 

  • “I was dreaming of the past / and my heart was beating fast / I began to lose control / I began to lose control / I didn't mean to hurt you / I'm sorry that I made you cry / Oh my / I didn't want to hurt you / I'm just a jealous guy” (John Lennon, Jealous Guy)

 

Soy mucho, pero mucho, más de McCartney, pero hay mucho de Lennon que también me gusta. El disco “Imagine”, donde está incluida esta canción, me parece una obra maestra (eso sí, la canción titular la odio a muerte) y “Jealous guy” una de las canciones más bonitas que escribió, que por cierto, la prefiero cantada en boca de Bryan Ferry, que con sus Roxy Music alcanzó el número 1 con dicha versión en 1981.

 

  • “Will you still love me tomorrow?” por Carole King

 

Un hito en materia compositiva por parte de una de las mujeres que mejor ha cultivado dicha disciplina. Cuando hizo esta canción para las Shirelles trabajaba en el famosos Brill Building de Nueva York y componía junto a su marido Gerry Goffin, pero ella la llevó a territorios celestiales con la versión que grabó en “Tapestry”, uno de esos discos que deben tenerse sí o sí. Favorito de mi colección.

  • Héroes del Silencio

 

Esto no creo que mucha gente lo reconozca, se han convertido en un grupo terriblemente para muchos, pero yo cuando tenía 16 años o así sucumbí al hechizo de los dos primeros discos de los zaragozanos y la verdad es que los escuché con frecuencia. Luego les cogí una manía enorme, cambié de gustos y terminé encontrando su música ampulosa, recargada y pretenciosa, hortera, en definitiva, pero con la perspectiva del tiempo, aunque no son santo de mi devoción, hay que reconocer que tienen algunas canciones buenas, como “Mar adentro”.

 

  • “La cobardía es asunto / de los hombres, no de los amantes / los amores cobardes no llegan a amores / ni a historias, se quedan allí / ni el recuerdo los puede salvar / ni el mejor orador, conjugar” (Silvio Rodríguez, Óleo de una mujer con sombrero)

 

No soy especialista en Silvio Rodríguez, la verdad es que sólo he escuchado un disco suyo: “Días y flores” (1975), cuya canción de apertura, “Esperando abril” me parece fabulosa. Esta que me comentas no la conocía, la verdad, aunque veo ahora que en Spotify aparece como una de sus destacadas. La he estado oyendo y me parece fantástica. Tendré que ponerme a escucharle más a fondo.

  • “Disco Inferno” por The Trammps

 

Música disco. Un clásico incluido tanto en la película como en el disco de “Saturday night fever”, con eso creo que está dicho todo. La verdad es que la música disco me ha gustado mucho más últimamente de lo que lo había hecho antaño. A medida que uno se hace mayor, va buscando cosas más lúdicas a las que aferrarse, que le arranquen la sonrisa, que le inciten al baile. Y el que no baile esto, es que está muerto.

 

  • The Supremes

 

El tesoro de Motown, en el que se invirtió el grueso de su maquinaria, debido, en parte, a la obsesión del capo Berry Gordy por Diana Ross. Tienen una colección de singles soberbia, sólo superada en mi opinión por la de los Beatles en los sesenta, y una historia dramática de envidias, despecho y excesos que algún día me gustaría contar. Lo haré, seguramente, en Muzikalia, en la que en breve inauguraré una nueva sección sobre música negra y estableceré paralelismos entre los artistas y los sellos en que grabaron. Ellas me servirán para ilustrar a Motown.

 

  • “Stars shining bright above you / night breezes seem to whisper: I love you / birds singing in the sycamore tree / dream a little dream of me” (The Mamas & The Papas, Dream a little dream of me)

 

Me acuerdo mucho de cuando cayó en mis manos el recopilatorio de los 20 grandes éxitos de Mamas & The Papas, me tuvo absorbido por un tiempo. Aunque soy más de sus canciones originales, la verdad es que este viejo estándar de los años 30 lo bordaron. Menudas armonías vocales, son celestiales. Todo lo celestiales que no eran los integrantes del grupo en sus vidas personales, por cierto, menudo culebrón…

The Mamas & The Papas

ENTREVISTA: Francesca Calderon Arias

 

Música de la página: 

Curtis Mayfield, "Move on up" from "Curtis" (1970)

Selección musical: Juajo Frontera

Digitalización y diagramación: Francesca Calderon Arias

Nos reservamos los derechos de las fotografías del entrevistado por ser parte de un archivo personal.

© 2020 Revista Senda

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