
V.
"Si las palabras no tienen vida no sirven de mucho"
Entrevistamos al cantautor y escritor peruano Juan Luis Dammert, con quien hablamos sobre poesía y música.
En el año 1975 ingresas a la carrera de Literatura por la UNMSM y luego de realizar un extenso viaje por el Perú emprendes un nuevo camino, la música; llevando clases con maestros populares como Alejandro Vivanco o Carlos Hayre ¿A qué se debió esta decisión de pasar de un arte a otro? JL: Al final llegué a la Literatura. Salí del colegio y me di cuenta de que no conocía nada del Perú, el cual hervía en esas épocas; hablamos del gobierno de Velazco, por ejemplo. Me fui por las calles y caminos y estuve como cuatro años dando vueltas por Perú, Chile y Argentina; así empecé a tocar música. Me fui a la selva, también. Cuando regreso es que ingreso a Literatura en San Marcos. La música siempre estuvo conmigo, puesto que es algo popular, algo que uno aprende no en una universidad o academia, sino en la calle.
¿Cuán importante es para ti tu relación con el mundo popular peruano, ya que como es bien sabido, desarrollaste personajes inspirados en nuestra flora y fauna como La alpaca Paquita y Mono Machín? JL: Esas canciones son el resultado de haber salido a mirar, de ser curioso. Uno ve cosas toda su vida, pero no siempre las procesa, y para hacerlo, literariamente, tienes que haber vivido bastante. Es como comerse un elefante y escupir una bolita. Hablando del mundo popular peruano, te das cuenta de que hay muchas cosas que no las han inventado ayer, sino que vienen de antiguas generaciones y del choque cultural. No he conocido a nadie del mundo literario que sepa distinguir entre un huayno del centro y uno de Áncash, y hablamos de productos culturales importantes. Uno tiene que aprender para entender la historia del mundo. El estudio complementa la intuición y la vida.
No solo eres escritor y músico sino también docente. En La Casa de la Literatura has dictado uno que otro taller de poesía. Cuéntanos, ¿cuáles son los retos a los que te has enfrentado desenvolviéndote en estas áreas? JL: No me considero tan buen profesor, la verdad (risas), siempre a mis alumnos les pongo veinte. Hay una mala práctica en la docencia, adocenar a los estudiantes y darles estudios que no les van a servir o peor aún, que no les interesan. Me parece mucho más importante enseñar sobre lengua, tanto así que en su momento he dictado clases de castellano en Estados Unidos. Enseñar Literatura es muy complicado porque a veces es muy abstracto. Por otro lado, como escritor uno aprende leyendo y así poco a poco va construyendo sus textos. Pero ahora todo se trata de generar productos, colocarlos y ya. Lo que sería bueno es que se produjera un tipo de literatura que tuviera pegada; justamente eso decían Arguedas y Vallejo, "si las palabras no tienen vida, no sirven de mucho."
¿Cuáles crees que son los puntos en común que tienen la literatura y la música, partiendo por ejemplo de la poesía? JL: Esta es una discusión antigua. Pero es bueno recordar que la Literatura empezó sonando. Uno habla, pero si le das una adecuada entonación, canta. Estamos ante un tema complejo, pero pongamos el ejemplo de Vallejo, quien en “Heraldos Negros” mezcla la poesía española con el modernismo; fíjate en las medidas, los sonetos, los versos alejandrinos, etc. Vallejo tiene varios detalles que vienen del Siglo de Oro Español y se pueden ver en “Trilce” o “Poemas Humanos” y todo esto tiene que ver con la música; hablamos de Góngora y Quevedo, ídolos de Vallejo y de las formas medidas o musicalizadas, las cuales están partidas y acentuadas.
Has creado y en algunas ocasiones de forma conjunta, una variedad muy interesante de discos, sin embargo, hay dos, que, como estudiantes de Literatura, han capturado de una forma avasalladora nuestra atención, Darío nuestro. Rubén Darío en ritmos peruanos y Vallejo para cantar. ¿Qué simbolizan estos dos trabajos para ti, ya que son una forma muy evidente de emparentar música con literatura? JL: Estos trabajos son productos de una lectura muy intensa de todos los textos de Darío y Vallejo y de haber seleccionado los que me parecían que podían tener música. Darío fue muy hábil, tomaba ideas del medioevo francés, del renacimiento y demás corrientes antiguas para desarrollar su forma de partir las palabras. Vallejo toma muchas de las mismas influencias, pero las mezcla con Santiago de Chuco (risas).

Fuente: Revista Mariátegui
En el caso de Darío nuestro ¿cómo fue para ti asumir el reto de desarrollar este proyecto auspiciado por la Presidencia de la República de Nicaragua en compañía de tan buenos artistas como Luz Maria Carriquiry, Patricia Saravia o Marcela Pérez Silva? JL: Yo siempre he hecho música empleando diversas fuentes. Un día me contacta la Embajada de Nicaragua y me preguntan si tenía poemas de Darío con música y dije que sí. Trabajé de igual forma que con Vallejo, con la idea de que estos escritores procesan un campo cultural bastante amplio. Hay un poema de Darío que lo he colocado como si fuera un “santiago”, que es música del centro, porque él, cuando escribe, está pensando en la antigüedad griega, los ritos de Orfeo y Dionisio, por ejemplo. El vals, sin lugar a duda, está mucho

Foto: Casa de la Literatura Peruana
más en sintonía con el corte de Darío que cualquier otro género, puesto que tiene octosílabos, endecasílabos, do-decasílabos y alejandrinos; es decir, cortes melódicos.
Darío Nuestro nos presenta una selección exquisita de 11 poemas del gran Rubén Darío, ¿qué criterios emplearon para realizar esta selección de forma interna? JL: Elegí aquellos poemas que pudieran llevar música y que respondan a criterios que devienen de la construcción histórica por la cual la poesía lleva sonido. No todos los poemas calzaban para este proyecto, importó mucho la forma como estaban escritos y la intencionalidad con la que fueron hechos; se quería llegar a la gente. No se puede trabajar con los poemas largos.
En Vallejo para cantar encontramos poemas como Vaporcito, Intensidad y altura o Huaco, muchos instrumentalizados con saxo, guitarra y guitarra criolla. ¿Es vital desarrollar con sumo cuidado una adecuada musicalización para cada poema para que no pierda la intencionalidad original del autor? JL: Por supuesto. Georgette, no quería que se le pusiera música a los poemas de Vallejo, pero hay que darse cuenta que la música está hecha de pura vida. He conocido músicos de conservatorio que les dices para tocar salsa, pero no la agarran nunca; los músicos académicos no entienden lo popular y viceversa. Los músicos que participaron en esta grabación eran personas SUJETOS que habían desarrollados intereses personales. En los 70’s y 80’s viajé mucho y trabajé con diversas comunidades y sindicatos que te invitaban a tocar, así conocí a muchos de estos músicos con los que grabé el disco de Vallejo. A ellos les gustaba la música, les gustaba la vida. A partir de los 80’s los músicos se han vuelto muy “mermeleros”, quieren complacer y hacer productos que se vendan. Hay actividades que no dan plata y nunca van a dar… Si quieres buscar dinero en la música nunca vas a ganar nada.
Dentro de la historia de la poesía desarrollada en Perú tenemos a grandes representantes como Blanca Varela, José María Eguren o Javier Heraud, entonces nos surge la interrogante de ¿cuán difícil fue optar por uno en específico, en este caso, Vallejo, dentro de tantas floridas y prolíficas opciones? JL: Hay cosas en la vida que a uno le gustan mucho más que otras, así como el amor, no es algo que te imponen. Realicé una selección. Hay cosas que no pueden musicalizarse porque si no las malogras, las maltratas. Blanca Varela no sé si tendrá algo musicalizable, pero es hija de una gran compositora, Esmeralda González. Desde pequeña a ella le gustaba la zarzuela, incluso la hicieron cantar valses criollos; participó en obras de teatro y demás, pero nunca hizo música. La poesía es algo que se debe de leer a solas y en silencio.

Fuente: Diario Correo
Es evidente que la poesía ocupa un papel importante tanto en tu vida personal como en tus procesos creativos, en ese caso, si es que es posible elegir, ¿cuáles serían los poetas a los que recurres con más frecuencia? JL: Siempre me han gustado los clásicos. Vallejo, González Prada, Martín Adán, Eielson, Eguren y un poco de Chocano, quien era una máquina de hacer poemas. En la época de ellos había muchísimos poetas, pero no ha quedado mucho de los mismos.
A lo largo de los años nos has sorprendido con diferentes cuentos para niños, novelas juveniles, discos en base a música popular peruana y demás. ¿Hay algún proyecto que estés desarrollando actualmente o más bien este periodo de confinamiento está sirviendo como cuna de nuevas ideas que más adelante nos darás a conocer? JL: Espero que algo salga de esta etapa de confinamiento. Lo que está pasando ahora es realmente terrible y comprenderlo ampliamente nos va a tomar mucho tiempo; son cosas que pasan cada cien años, es algo avasallador, a veces no provoca hacer nada. Me encuentro arreglando mIs viejos papeles. Durante toda la vida he escrito mil y un cosas las cuales tengo guardadas, algunas irán a alguna parte y otras no. ¿Proyectos? Tengo varios, solo hay que saber cómo encaminarlos. El capitalismo… No tiene nada que ver con que tu producto sea bueno o malo, pero ahora tienes que convertirlo en una especie de mercancía, tienes que empaquetarlo y meterlo en un mercado para que se venda. Eso no me interesa, porque el mercado es muy corrupto. Mi producto tiene valor por sí mismo, no importa lo que diga el mercado… El mercado ahora es Paulo Coelho y Renato Cisneros. Uno escribe para la gente con la que está, para determinados públicos… Es como lo que decían los Beatles, “ya tenemos las canciones, ahora solo tenemos que hacer que todos sepan que son las mejores.” Cuando hice "El cancionero de los poetas" le puse un epígrafe: “La poesía recoge con placer el intenso brillo de la vida”. En épocas difíciles hay que acercarse a lo fundamental.
Entrevista: Francesca Calderon Arias
Música de la página: Juan Luis Dammert, "Burro sabio" (1999)