
V.
Garcilaso y su aporte para la formación de una idea: NACIÓN
En sus últimos años, pasados los cincuenta, Garcilaso se inicia como escritor. En 1590 publica en Madrid una traducción de los Diálogos de amor de León el Hebreo que significaría la introducción del pensamiento idealista platónico en sus obras. En 1605 publica La Florida, o historia del descubrimiento de aquella península por Hernando de Soto; y en 1609, la Primera parte de los Comentarios reales, a los setenta años.
El Inca no se atrevió a abordar los grandes géneros históricos y escogió siempre el menos ostentoso. Los comentarios son breves notas o glosas a noticias ajenas que no requieren gran ingenio ni preparación. En ellos se limitó a glosar a los historiadores españoles que han escrito sobre su patria, sirviéndoles únicamente de comento y glosa, corrigiendo o ampliando lo que ellos dijeron, aclarando lo que no supieron o no pudieron saber por su desconocimiento de la lengua, y añadiendo donde hubiere falta.

Un propósito oculto y generoso impusó interiormente al Inca a salvar las barreras de su timidez y a abordar el gen histórico que le tienta desde su juventud. Ese impulso es el hondo sentimiento de amor a su tierra y a su raza.
En Garcilaso se despierta una intima protesta y un incomprensivo juicio de cronista para juzgar la conducta de los conquistadores. Se indigna contra los cronistas que infamaron la memoria de su padre, atribuyéndole deslealtad al rey. Para relatar, tales como él los sintio, el Imperio de los Incas y la conquista española, fueron descritos en sus Comentarios, pero sobre todo dio a conocer al universo nuestra patria, gente y nación.
Años después de haber dejado el Cusco, impulsado por el ritmo de sus recuerdos y en una dulce y reposada serenidad, Garcilaso quiso darnos su versión del Imperio de los Incas. La historia y tradiciones del pueblo incaico que había escuchado siendo niño a sus parientes maternos.
Garcilaso De la Vega
Garcilaso fue visto en su tiempo como símbolo primario del mestizaje y la colonización se inicio en sus obras, pero una colonización que abrió paso a un mundo decolonial que señalara Mignolo más adelante, pues, se uso el lenguaje foráneo para describir y cimentar nuestra identidad. Garcilaso, aunque dotado de linaje tan distinguido, era mestizo y bastardo, y como tal vivió suspendido entre las culturas disímiles que confluían en su ser.
Garcilaso conoció íntimamente a Paulu Inca y a Titu Auquí, ambos hijos del emperador Huayna Cápac. De igual modo compartió el ocio bienaventurado de su niñez con la hija de Inca Tupac Tupanqui, quien al cabo de los años sería la madre del conocido historiador Felipe Huaman Poma de Ayala. Garcilaso de niño escucho diversas pláticas que tenían los descendientes de los Incas, y con memoria del bien perdido, siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto diciendo: “trocósenos el reinar en vasallaje”. Con toda seguridad, él debió comprender mejor que otros – y con no poca amargura – el grave error que habían cometido los incas al luchar entre sí y al recibir y honrar a los españoles como si estos fuesen viracochas.
Él, como otros mestizos de su época, creció a la sombra de su padre y sitiéndose heredero de linajes y sentimientos de hidalguía, sólo que tales prerrogativas nunca llegó a disfrutarlas en la proporción que él deseaba. Él tuvo que pasar repetidas frustraciones y pesares. Todavía cuando era apenas había cumplido diez años, Garcilaso tuvo que afrontar, en el seno de su propia familia, un hecho que al parecer él asumió como ultraje irreparable. Debido a la presión que entonces ejercía la corona sobre peninsulares destacados para que estos contrajeran matrimonio con españolas, el cápitan Garcilaso optó por abandonar a la princesa incaica para casarse con Luisa Martel de los Rios, mujer de linaje prestigioso pero que entonces era una adolescente escuálida y enfermiza, acaso cuatro años mayor que el Inca. Tal vez para aliviar la injusticia sufrida por la madre de Garcilaso, el capitán le concedió una dote y probablemente fue entonces cuando concertó el matrimonio de la princesa incaica con Juan del Pedroche, un humilde soldado peninsular.
Debido a las diferentes circunstancias que él vivió, Garcilaso dramatizó las vicisitudes que él, su madre, su tutor y otros acompañantes sufrieron a causa de represalias instigadas por los españoles. En Madrid sufrió más represalias, pues, en el forcejeo requerido para las gestiones de su patrimonio, Garcilaso sintió de lleno el peso ineludible que la palabra escrita tenía en la tradición jurídica castellana.
Los Comentarios Reales pretende conceder a la historia incaica la autoridad de la palabra escrita que sus antepasados peruanos no alcanzaron. Las implicaciones culturales y teóricas de la escritura se podrían resumir en esta frase de Roland Barthes: “la escritura es precisamente lo que trasciende la palabra hablada: es un espacio suplementario, y no otro subconsciente, en el que se inscribe un ámbito adicional de relaciones entre el hablante y el subconsciente”.

Años después de haber dejado el Cusco, impulsado por el ritmo de sus recuerdos y en una dulce y reposada serenidad, Garcilaso quiso darnos su versión del Imperio de los Incas. La historia y tradiciones del pueblo incaico que había escuchado siendo niño a sus parientes maternos.
Por años se tacho la versión de Garcilaso por falsa, parcial y engañosa. Se atribuyó al Inca una tendencia imaginativa y hasta novelesca hasta la llegada de Riva – Agüero quien desbarató esa interpretación y restableció la fidelidad de Garcilaso aludiendo que él no invento ni mintió, sino que recogió con exactitud y cariño filiales la tradición cusqueña imperial, naturalmente ponderativa de las hazañas de los incas y defensora de sus actos y costumbres.
Comentarios Reales
Garcilaso representa sobre todo la eclosión del alma peruana. Encarna la fusión o el abrazo de las dos razas formadoras del espiritú nuevo del Perú. Como él mismo lo dijo, tuvo prendas de ambas: lealtad y religiosidad, sentimiento caballeresco y patriotismo españoles; gravedad y ternura, timidez y amor al terruño de su ancestro indio. Riva Agúero lo considera como el tipo representativo de la inteligencia peruana, Mariátegui lo considera como el primer peruano entendiendo como tal al producto de las dos razas, pero con predominio de lo español, y considera estéticamente los Comentarios Reales como la prolongación de la máxima epopeya española de los descubrimientos y conquistas, en fronteras de la historia y de la épica.
Artículo: Abraham Meneses A
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Música de la página:
The Beatles, "In my life" from "Rubber Soul" (1965)