
V.
UN JESÚS NEURÓPATA Y PSICÓPATA; POR ESO PODEMOS IDENTIFICARNOS CON ÉL
Un modesto carpintero de Nazaret, Jesús (Willem Dafoe), vive con su madre, María (Verna Bloom), mientras se dedica a fabricar cruces utilizadas para ajusticiar a los judios rebeldes contra los romanos, por lo que es acusado de colaboracionismo por un agitador zelota prúximo a los insurrectos, Judas Iscariote (Harvey Keitel); pero Jesús – sujeto a convulsiones epilépticas – se siente llamado por una voz divina a una misión mesiánica que aún le es oscura e ignota. Por su parte, una antigua amiga de infancia y ahora prostituta llamada María Magdalena (Barbara Hershey) le reprocha ser demasiado indigno como para poder aceptar su amor. Tras recibir la visita de Satanás en forma de serpiente, Jesús – a sus treinta años – se siente ya purificado y dispuesto a iniciar su misión.
Judas ha sido encargado de matarle, pero de momento prefiere seguirle para ver si puede resultar conveniente para la causa judía. Jesús impide la lapidación de María Magdalena, pronuncia el Sermón de la Montaña rodeado por los discípulos que se le han ido uniendo. Por invitación de Juan el Bautista (André Gregory), que le ha bautizado, Jesús permanece cuarenta días ayunando en el desierto, donde tiene que superar la prueba impuesta por el Demonio mediante tres tentaciones: la serpiente, el león y el fuego. Terminado su ayuno, Jesús conoce la noticia de que el Bautista ha muerto por culpa de Herodes, pero él sigue con su predicación por las tierras de Judea, dando además inicio a una serie de milagros: la curación de un ciego, la conversión de agua en vino durante unas bodas en Canaan, la resurección de Lázaro…
Una vez en Jerusalén, Jesús expulsa ardientemente a los mercaderes instalados en el Templo, haciéndose mucho más popular todavía, aunque la mezcla de actitudes amorosas y coléricas desconcierta a sus seguidores. La muchedumbre le rodea y quiere convertirlo en su jefe para liderar una revuelta contra los romanos; sin embargo, Jesús se desmaya al haber recibido los estigmas. Habiendo comprendido que su misión sólo podrá concluir con su muerte, Jesús le pide a Judas que lo entregue a los romanos. Mientras se despide de los apóstoles es arrestado, conducido ante el procurador romano Poncho Pilates (David Bowie), azotado, coronado de espinas y condenado a morir en la cruz.

Clavado en la cruz en pleno Calvario, agonizante ya, a Jesús se le aparece un ángel de la guardia (Juliette Caton) bajo los rasgos de una bellísima muchacha que le anuncia que Dios ha decidido salvarlo de morir. Jesús desciende de la cruz y se dirige a su pueblo, donde se reencuentra con María Magdalena, con la que finalmente hace el amor. La Magdalena le da un niño justo antes de morir; entonces el ángel conduce a Jesús a la casa de Marta y María (Randy Danson), las hermanas de Lázaro, con las que convivirá feliz y apaciblemente durante largo tiempo.
Un Jesús ya viejo encuentra a Pablo (Harry Dean Stanton), que le cuenta que todos lo han creído desde siempre muerto y resucitado por voluntad divina. A punto de morir, mientras Jerusalén está en llamas, Jesús se reencuentra con sus apóstoles. Judas le reprocha por haber traicionado su misión, momento en que Jesús ve al ángel transformarse en la llama del Demonio y comprende que todo ha sido un sueño o una alucinación. De nuevo clavado en la cruz, Jesús exhala su último aliento.
Encontré que esta representación de Cristo, que ponía el acento en el lado humano de su naturaleza sin negar que fuese Dios, me era la más accesible. Su lado divino no comprende siempre lo que su lado humano debe hacer; cómo debe transformarse y acabar por sacrificarse en la cruz. En toda la primera parte del libro y la película, no juega más que sobre emociones puramente humanas y sobre su psique humana, de tal manera esta turbado y perdido. Yo pensé que este Jesús neurópata e incluso un poco psicópata no difería esencialmente de los cambios de atmósfera o de psicología de los qué hay breves ejemplos en los Evangelios.
No cabe duda de que el meollo teológico del libro, motivo de escándalo para muchos y centro de interés esencial para Scorsese, radica en el debate sobre la doble naturaleza de la figura de Cristo, haciendo especial énfasis sobre su dimensión humana o, en todo caso, sobre la incidencia de ésta en los designios de la redención y en su capacidad de hacerse próximo a sus fieles: la belleza del libro y el film consiste en que Jesús conoce todas las debilidades humanas antes de convertirse en Dios. Por eso podemos identificarnos con él.

La larga, prolija y compleja historia de la producción de La última tentación de Cristo comenzó muy pronto, antes de que Martín Scorsese iniciase su carrera cinematogáfica. Su primer contacto con la novela teológica de Nicos Kazantzakis se remonta a 1962, cuando un compañero de la New York university le ofreció el libro, que sin embargo no comenzó a leer hasta 1972, en pleno rodaje de Boxcar Bertha, inducido por la pareja protagonista, David Carradine y Barbara Hershey, que ya desde ese temprano momento se postuló para el básico papel de María Magdalena. Prácticamente desde ese momento Scorsese se interesó en la posibilidad de transformar el libro en film, aunque evidentemente la magnitud del empeño no estaba todavía al alcance de su valor de cambio en el sistema hollywoodense.
Nicos Kazantzakis había nacido en Herakleion (Creta) en 1885 y muerto en Friburgo en 1957. De pequeño tuvo que exiliarse con su familia a la isla de Naxos, donde frecuentó una escúdala católica fráncesa, estudiando luego Derecho en Atenas y Filosofía en París. Comenzó su carrera escribiendo ensayos literarios y filosóficos, además de traducciones del fránces y del alemán; luego ambiéntales redacto poesía, teatro, libros de viajes y novelas. Además de sus viajes por Europa y Asia, influyeron en él toda una serie de grandes autores: Bergson, Darwin, Nietzsche, Dante (del que tradujo al griego la Divina Comedia), Cervantes, Homero, Marx, Lenin, etc. Publicó en 1938 una monumental continuación epopéyica de la Odisea de Homero en 24 libros, prolongando las peripecias de Ulises a lo largo del tiempo y el espacio. Luego, fue exiliado en Antibes como consecuencia de la guerra civil griega. Nunca volvió a Grecia, donde había sido condenado por el gobierno y la Iglesia ortodoxa, donde sus ideas sincréticas entre el cristianismo, el budismo y el paganismo, por un lado, y el anarquismo, el comunismo y ascetismo, por otro, siempre muy orientadas por el pensamiento nietzscheano, no podían ser asumidas.
El interés de Scorsese por el libro hizo que hacia 1981 le encargase a alguien de conofianza, Paul Schroeder la adaptación de la obra de Kazantzakis. En ese tiempo hubo una neta reticencia económica, ya que, había una politíca de Paramount que consistía en desconfiar de los cineastas que tenían un nombre y que rebasaban los presupuestos yendo a rodar lejos de Hollywood.
Con La última tentación de Cristo, Scorsese tenía la ocasión de explicitar algunas de las preocupaciones que hemos podido detectar a lo largo de su filmografía. Qué mejor que la historia de la pasión y muerte de Cristo para replantear sus habituales obsesiones en torno a la culpa y la redención, para definitivamente exorcizar sus demonios personajes en torno a la religión. Scorsese en sus entrevistas dijo: “… yo tenía necesidad de hacer este film, a fin de poder discutir, interpretar, encontrar la paz…” o “la realización de este film ha sido para mí la experiencia más física que jamás haya tenido, mucho más que una experiencia espiritual. Pero más tarde, mirar lo que habíamos rodado y reconstruido en la sala de montaje ha constituido una experiencia hecha de emoción y amor”.
Scorsese parcialmente asume la orientación teológica del novelista griego en relación a su aproximación a la figura de Cristo que se muestra en la novela de Kazantzakis. Scorsese se refiere a esto en sus entrevistas de esta forma: “Encontré que esta representación de Cristo, que ponía el acento en el lado humano de su naturaleza sin negar que fuese Dios, me era la más accesible. Su lado divino no comprende siempre lo que su lado humano debe hacer; cómo debe transformarse y acabar por sacrificarse en la cruz.
En toda la primera parte del libro y de la película, no juega más que sobre emociones puramente humanas y sobre su psique humana, de tal manera está turbado y perdido.
Artículo: Abraham Meneses Alanya
Música de la página: Peter Gabriel, "The feeling begins" from "Passion" (1989)
Digitalización y diagramación: Francesca Calderón Arias
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BIBLIOGRAFÍA:
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ALBERICH, Enrique, Martin Scorsese. Vivir el cine, Barcelona, Glénat, 1999.
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BALAGUÉ, Carlos, Martin Scorsese, Madrid, Ediciones J.C., 1993.
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BRUNO, Eduardo, Martín Scorsese, Roma, Gremese Ediciones, 1992.